domingo, 24 de marzo de 2013

3. Hacerse mayor

"Querido YO adolescente,

Es sábado, son las 2.13 de la madrugada - lo que quiere decir que en realidad es ya domingo, pero da igual - el caso es que estoy en la cama (solo) y listo para dormir. Sé lo que estarás pensando, que te has convertido en un viejo prematuro, aburrido y solterón, pero realmente sólo te puedo dar la razón en lo último.

Verás, antes volvía a casa con Núria en el coche y hemos tenido una conversación muy interesante sobre el hecho de hacerse mayor y divertirse. Tal vez me entenderás mejor si te la cuento. Cada edad tiene su tipo de diversión, esa sería una de las conclusiones a las que hemos llegado. Cuando somos adolescentes lo que queremos es comernos la noche, beber y bailar hasta cerrar la discoteca. Pero a medida que pasan los años y nos acercamos a la treintena nos aterroriza la idea de arreglarse, salir, pagar una entrada, meterse en una discoteca, bailar, llegar tarde a casa, levantarse hecho polvo al día siguiente... No vale la pena.

El plan inicial para este sábado noche era precisamente ese, pero el día ha ido avanzando y diversos factores nos han llevado a cambiarlo por una agradable y divertida cena en casa de Iván y Ari. Y es que a mi edad, a nuestra edad eso es precisamente lo que necesitamos, lo que nos divierte: la compañía de los amigos, la conversación, las risas.

No te creas, nosotros somos los primeros en decirnos que no debería ser así, que aún somos jóvenes y deberíamos salir más. Sin embargo, aquí llega una de nuestras excusas más recurridas: estamos cansados. Y es cierto, lo estamos. No es un cansancio físico (al menos no siempre), es más bien mental. Hacerse mayor conlleva tener más responsabilidades y más cosas de las que hacerse cargo a lo largo del día (más allá de hacer los deberes y estudiar) y eso acaba agotando nuestras energías. Puede ser que tengamos más cosas en la cabeza, o que tengamos las mismas pero les damos más vueltas y nos preocupan más.

Pero, a pesar de todo, podemos afirmar (y afirmamos) que seguimos siendo jóvenes. ¿Sabes por qué? Porque si no salimos y no lo damos todo hasta las 6 de la mañana es porque nosotros mismos no queremos. Hacerlo o no sigue siendo una opción para nosotros, sencillamente preferimos hacer otras cosas que nos llenan y nos aportan más. Llegará un día en que nuestras responsabilidades serán más grandes, tendremos familias, hijos, trabajos absorbentes... Ese día salir o no salir un sábado dejará de ser una opción y entonces nos miraremos al espejo y será el momento de afrontarlo. Nos habremos hecho mayores."

3 comentarios:

  1. Me alegra que alguien piense igual que yo. Yo soy incluso más joven, y los de mi edas no entienden que se den prioridades a otras cosas que nos hacen más felices que una borrachera que cause migraña al día siguiente.
    Se me olvidó lo bien que escribes, Daniel.
    Lara.

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