jueves, 16 de mayo de 2013

4. Diez Preguntas

1. ¿De cuántas lágrimas disponemos para llorar cada persona a lo largo de nuestra de vida? ¿Se cuentan por unidades o por litros? ¿En algún momento podemos llegar a agotarlas y entonces no llorar nunca más?

2. Y... ¿decepciones? ¿A cuántas tocamos por cabeza?

3. ¿Por qué existen las malas rachas? ¿Por qué cuando nos llegan todos nos hacemos la misma pregunta "¿Por qué a mí?"

4. ¿Por qué les pasan cosas buenas a la gente mala y cosas malas a la gente buena?

5. ¿Por qué a pesar de dar siempre lo mejor de nosotros mismos, poner siempre buena cara, ayudar siempre al que lo necesita, dejar a un lado nuestros males para atender los de otros... seguimos sin recibir esa gran recompensa de la vida?

6. ¿Por qué amamos intensamente a alguien y no somos correspondidos?

7. ¿Por qué hay gente que intenta hundirnos y hacernos daño?

8. ¿Cuándo podré convertir mis sueños en planes y mis planes en realidades?

9. ¿Dónde estás?

10. ¿Cuándo?

...

1. Llorarás cada vez que te toquen el corazón, ya sea para llenarlo de alegría o para romperlo. Cuando dejes de llorar, dejarás de sentir.

2. Una decepción es un plan que se pospone, es una voz que te dice "espera". O tal vez es la señal inequívoca de algo que no debe pasar, de algo (o alguien) que no debe estar en tu vida.

3. En una mala racha sufre y llora. Cuando pase serás, sin duda, más fuerte y más sabio.

4. Cuando a la gente buena le pasan cosas malas caen y se levantan, luchan y se fortalecen, encuentran su valor cuando lo creen perdido. La gente buena tiene a su lado gente mejor que nunca la abandona y así, luchan juntos contra las cosas malas y comparten las cosas buenas. La gente mala... está sola.

5. Lo bueno siempre está por llegar y lo mejor de un regalo es la sorpresa.

6. Si el amor no es correspondido, no es amor verdadero.

7. La gente mala, como está sola, se aburre. Pero ellos no saben una cosa: la gente buena es más fuerte.

8. Cuando te levantes, dejes de soñar y empieces a crear. El destino es un mecanismo que nosotros mismos debemos poner en marcha.

9. Si las cosas no llegan a ti, hay que llegar a un punto intermedio para encontrarse.

10. Sólo depende de ti.

domingo, 24 de marzo de 2013

3. Hacerse mayor

"Querido YO adolescente,

Es sábado, son las 2.13 de la madrugada - lo que quiere decir que en realidad es ya domingo, pero da igual - el caso es que estoy en la cama (solo) y listo para dormir. Sé lo que estarás pensando, que te has convertido en un viejo prematuro, aburrido y solterón, pero realmente sólo te puedo dar la razón en lo último.

Verás, antes volvía a casa con Núria en el coche y hemos tenido una conversación muy interesante sobre el hecho de hacerse mayor y divertirse. Tal vez me entenderás mejor si te la cuento. Cada edad tiene su tipo de diversión, esa sería una de las conclusiones a las que hemos llegado. Cuando somos adolescentes lo que queremos es comernos la noche, beber y bailar hasta cerrar la discoteca. Pero a medida que pasan los años y nos acercamos a la treintena nos aterroriza la idea de arreglarse, salir, pagar una entrada, meterse en una discoteca, bailar, llegar tarde a casa, levantarse hecho polvo al día siguiente... No vale la pena.

El plan inicial para este sábado noche era precisamente ese, pero el día ha ido avanzando y diversos factores nos han llevado a cambiarlo por una agradable y divertida cena en casa de Iván y Ari. Y es que a mi edad, a nuestra edad eso es precisamente lo que necesitamos, lo que nos divierte: la compañía de los amigos, la conversación, las risas.

No te creas, nosotros somos los primeros en decirnos que no debería ser así, que aún somos jóvenes y deberíamos salir más. Sin embargo, aquí llega una de nuestras excusas más recurridas: estamos cansados. Y es cierto, lo estamos. No es un cansancio físico (al menos no siempre), es más bien mental. Hacerse mayor conlleva tener más responsabilidades y más cosas de las que hacerse cargo a lo largo del día (más allá de hacer los deberes y estudiar) y eso acaba agotando nuestras energías. Puede ser que tengamos más cosas en la cabeza, o que tengamos las mismas pero les damos más vueltas y nos preocupan más.

Pero, a pesar de todo, podemos afirmar (y afirmamos) que seguimos siendo jóvenes. ¿Sabes por qué? Porque si no salimos y no lo damos todo hasta las 6 de la mañana es porque nosotros mismos no queremos. Hacerlo o no sigue siendo una opción para nosotros, sencillamente preferimos hacer otras cosas que nos llenan y nos aportan más. Llegará un día en que nuestras responsabilidades serán más grandes, tendremos familias, hijos, trabajos absorbentes... Ese día salir o no salir un sábado dejará de ser una opción y entonces nos miraremos al espejo y será el momento de afrontarlo. Nos habremos hecho mayores."

domingo, 3 de marzo de 2013

2. Quien espera...


¿Por qué nos cuesta tanto ser sinceros? Abrir el corazón y decir la verdad… ¡qué fácil sería todo!

La sinceridad es un bien muy preciado en la vida. Es casi cómo unos de esos Pokémon legendarios tan difíciles de encontrar. Llevo días detrás de una respuesta. En mi opinión la pregunta no es para nada complicada, aún así la respuesta no llega. Y eso me hace pensar en las veces en las que tal vez he sido yo el que ha recibido una pregunta y ha tardado en dar una respuesta a alguien.

Es curioso como la vida (o el karma) te obliga a ponerte en situaciones en las que tal vez tú has puesto a otras personas. Donde las dan las toman dicen, y así de pronto te encuentras como al otro lado del espejo, sufriendo por lo que tú hiciste sufrir, o esperando recibir aquello que un día tú no diste. Supongo que debe de ser la forma que tiene este mundo de hacerte ver tus errores, que experimentes en tus carnes el dolor que tú un día pudiste haber causado, para que entiendas lo que otros vivieron y sintieron.

Últimamente esa sensación se está haciendo recurrente, y la verdad es que me está ayudando a ver las cosas más claras, a entender muchas cosas a las que no lograba dar explicación. Pero al final de todo, vuelvo a resumirlo todo al tema de la sinceridad. No haría falta que la vida nos pusiera en esta situación si de primeras fuéramos todos sinceros y nos explicáramos a la cara (o vía whatsapp, hoy en día da igual…) qué es lo que realmente nos pasa. Entonces, ¿por qué no lo hacemos?

Esa sí que es una pregunta fácil de responder, porque la verdad puede doler. Aún así, un servidor prefiere la crueldad de una verdad antes que la dulzura de una mentira, por muy piadosa que sea. Prefiere la dura sinceridad y afrontar las consecuencias. La verdad puede doler, así es, pero tener la verdad nos ahorra el sufrimiento de la espera de esa respuesta que parece que nunca llega. 

viernes, 1 de marzo de 2013

1. EMPEZAR


EMPEZAR… es común asociar este verbo con palabras como pereza, miedo, incertidumbre, esfuerzo. Al menos yo no puedo evitar hacerlo.

Y es que últimamente tengo la sensación de que no hago otra cosa que empezar. Y lo peor de todo es que nunca termino de empezar.

Siempre he tenido una pequeña esperanza, ingenua, infantil, idiota. Pero es mi esperanza (o más bien ¿deseo?). En definitiva, una sensación inevitable de que algo grande va a llegar a mi vida, algo que le dará la vuelta a mi mundo y lo dejará todo mejor. A menudo me sorprendo a mí mismo repitiéndome inconscientemente: Tranquilo Dani, lo mejor siempre está por llegar.
Sin embargo, los años aparte de arrugas y responsabilidades, traen con ellos algo llamado madurez. Y la madurez es una zorra. Porque te hace ver las cosas tal y como son, y no como tú siempre has creído que son o como te gustaría que fueran. Así pues, la querida madurez está apagando esa bonita esperanza que tenía dentro.

Por ello me encuentro ante la perspectiva inevitable de que, si realmente quiero cambiar mi vida, soy yo el que debe EMPEZAR a mover los hilos. Pero esto de empezar no es tarea fácil. Ni siquiera para los años, porque este querido 2013 no empezó con muy buen pie para mí. Aún así decidí que eso no debía influir en los siguientes 364 días que tenía por delante, y tomé la firme decisión de empezar de 0. Aquella decisión fue como un chute de adrenalina en mi sistema. Me encontré lleno de energía y preparado para afrontar todo lo que se pusiera por delante.

Desde entonces el destino se ha encargado de ponerme la zancadilla a la mínima ocasión. Me dejó disfrutar de esa sensación de fortaleza durante las primeras semanas de enero, pero decidió darme una bofetada de esas que duelen de verdad a finales de mes, arrebatándome algo muy querido. Curiosamente, esa bofetada sirvió para abrir los ojos, replantearme la situación y decidir que rendirse, no era una opción. Empecé el mes de febrero con energías renovadas, dispuesto a dejar las penas atrás y secarme las lágrimas.

Y así es como empiezo Marzo, tomando nuevas decisiones, buscando nuevos caminos, empezando nuevos proyectos. Este blog es uno de ellos, y será un símil de mi vida, esa vida que he decidió empezar de nuevo para que ese deseo de algo grande se haga realidad. No es la primera vez que empiezo un blog, pero está vez prometo ser constante, porque si fallo con el blog estaré fallando con mi vida. Porque si realmente queremos algo hay que pasar por encima de la pereza, el miedo, la incertidumbre y el esfuerzo.